El refugio silencioso

En lo profundo de un bosque antiguo, donde los árboles susurraban secretos al viento y los riachuelos cantaban melodías olvidadas, existía un refugio oculto. Su entrada estaba cubierta por ramas entrelazadas y musgo, casi invisible para los ojos apresurados, pero su energía era un imán para aquellos que lo necesitaban.

Una tarde gris, un viajero agotado llegó al bosque. Su corazón pesaba como si llevara un mundo entero sobre los hombros, y sus pensamientos eran un remolino de preocupaciones y miedos. Había caminado tanto que apenas podía recordar cuándo había comenzado su viaje ni hacia dónde iba. Solo sabía que algo dentro de él lo guiaba.

De pronto, el sonido de un arroyo cercano lo atrajo. Al acercarse, vio una pequeña abertura en la tierra, rodeada de flores que parecían brillar con su propia luz. Dudó, pero una suave brisa acarició su rostro, llenándolo de una inesperada calma. Decidió entrar.

El refugio estaba iluminado por una luz cálida y suave que no parecía venir de ningún lugar en particular. El aire tenía un aroma dulce, mezcla de lavanda y madera recién cortada. En el centro, había un sillón de terciopelo verde, invitándolo a descansar. Sin pensarlo, se dejó caer en él y sintió cómo el peso de su cuerpo se hundía en un confort absoluto.

Una voz cálida, como un eco amable, comenzó a hablarle desde el silencio. “Has llegado al lugar donde el tiempo se detiene. Aquí, cada preocupación que traes será recibida, pero no retenida. Respira profundamente y siente cómo el aire entra en ti, llevando consigo el alivio que tanto buscas.”

El viajero cerró los ojos. Con cada respiración, sus pensamientos, que antes eran nudos de tensión, comenzaron a desatarse. Imágenes de momentos felices surgieron de su memoria: risas compartidas, atardeceres tranquilos, el abrazo de alguien querido. Cada imagen llenaba su pecho de calor y liviandad.

Cuando abrió los ojos, se sintió renovado. El refugio parecía aún más brillante, y los colores más vívidos. Una suave voz le susurró: “Llévate esta calma contigo. Siempre podrás regresar cuando lo necesites, porque el refugio no está fuera de ti, sino dentro.”

El viajero salió del refugio con una sonrisa suave. El bosque seguía allí, tan majestuoso y misterioso como antes, pero ahora todo parecía diferente. La carga que había llevado se había transformado en un suave murmullo de esperanza.