El reloj marcaba las doce de la noche cuando Daniel salió de su casa. Había decidido dar un paseo nocturno para despejar su mente, que estaba atormentada por los problemas del trabajo, la familia y el amor. Se sentía agobiado por el tiempo, que le parecía que se le escapaba de las manos, sin poder cumplir con sus expectativas ni sus sueños.
Mientras caminaba por las calles vacías, se fijó en las luces de los escaparates, los carteles publicitarios, los semáforos, los coches aparcados. Todo le parecía igual, monótono, aburrido. Pensó que su vida era como un reloj que se repetía una y otra vez, sin sentido ni propósito.
De pronto, se detuvo frente a una tienda de antigüedades, que le llamó la atención por su aspecto misterioso y decadente. A través del cristal, vio un objeto que le fascinó: un reloj de arena, de gran tamaño, con una base de madera y un cristal curvo. El reloj estaba vacío, sin arena, y tenía una grieta en el centro.
Daniel sintió una extraña atracción por el reloj, y decidió entrar en la tienda para verlo más de cerca. Empujó la puerta, que estaba entreabierta, y entró en el local. No había nadie, solo una débil luz que iluminaba el reloj de arena. Daniel se acercó al reloj, y lo tocó con su mano. Al hacerlo, sintió un escalofrío, y una voz que le habló al oído:
- Hola, Daniel. Soy el tiempo.
Daniel se sobresaltó, y miró a su alrededor. No vio a nadie, solo el reloj, que parecía haber cobrado vida. La voz volvió a hablarle:
- No te asustes, Daniel. Estoy aquí para ayudarte. Sé que estás insatisfecho con tu vida, que sientes que el tiempo se te escapa, que no tienes control sobre él. Pero eso no es cierto. El tiempo no es algo fijo ni absoluto, sino relativo y subjetivo. El tiempo depende de ti, de cómo lo percibes, de cómo lo vives, de cómo lo aprovechas.
- ¿Qué quieres decir? -preguntó Daniel, incrédulo.
- Quiero decir que el tiempo es una creación de tu mente, que puedes modificar con tu actitud y tu comportamiento. El tiempo se puede distorsionar por diversos factores, como la atención, la memoria, las emociones y la autoconciencia. El tiempo se puede percibir más lento o más rápido, según la información que procesas, los recuerdos que almacenas, las emociones que sientes y la conciencia que tienes de ti mismo.
- ¿Y cómo puedo hacer eso? -preguntó Daniel, curioso.
- Te lo voy a mostrar. Te voy a llevar a un viaje por el tiempo, por tu tiempo. Te voy a enseñar cómo puedes vivir el tiempo de manera plena y satisfactoria, apreciando cada instante, buscando la novedad, enfrentando la mediana edad y la finitud, y eligiendo el tiempo sobre el dinero. ¿Estás preparado?
- Sí, estoy preparado -respondió Daniel, decidido.
- Entonces, ven conmigo. Toma el reloj de arena, y gíralo. Así comenzará nuestro viaje.
Daniel hizo lo que le dijo la voz, y tomó el reloj de arena. Al girarlo, vio que la arena empezaba a caer, lentamente, de un lado a otro. Al mismo tiempo, sintió que el suelo se movía bajo sus pies, y que la tienda desaparecía. Se encontró en otro lugar, en otro tiempo. Un tiempo que era suyo, y que solo él podía cambiar.