El equilibrio de la balanza

La plaza del pueblo había sido el epicentro de rumores desde tiempos inmemoriales. Los ancianos decían que la vieja balanza en el centro tenía poderes mágicos: cuando alguien contaba una verdad, un platillo se inclinaba hacia un lado; cuando se propagaba una mentira, el otro se hundía.

Cierto día, un hombre misterioso llamado Gregor apareció en la plaza, cargando un pergamino. Reunió a la multitud con una promesa enigmática: "Hoy demostraré que toda información o desinformación se equilibran en el vacío". Los curiosos se acercaron, expectantes.

Gregor escribió en un lado del pergamino: "El río al norte ha secado por completo". En el otro lado anotó: "El río al norte sigue fluyendo como siempre". Después colocó el pergamino sobre la balanza. Ambas verdades opuestas, o tal vez mentiras, pesaron lo mismo. El artefacto permaneció inmóvil.

“¿Qué significa?” gritó alguien desde la multitud. “Significa que ni lo falso ni lo verdadero existen sin nuestra interpretación”, respondió Gregor antes de desaparecer.

Esa noche, nadie durmió en el pueblo. Cada palabra pronunciada parecía un susurro en una balanza invisible.