El espejo del eterno presente

Elías era un filósofo obsesionado con desentrañar el propósito de la vida. Desde joven, había perseguido respuestas en libros antiguos, en conferencias de eminentes pensadores, y en las cavernas de su propia mente. Cada día lo dedicaba a diseccionar conceptos, creyendo que, si lograba comprender completamente el significado de la existencia, alcanzaría la plenitud.

Un día, mientras caminaba por un parque, se encontró con una anciana que vendía espejos diminutos en un puesto ambulante. "Estos espejos no reflejan el rostro", le dijo ella con una sonrisa misteriosa, "reflejan tu propósito".

Elías, intrigado, compró uno. Al mirarlo, no vio nada al principio, pero tras un momento apareció una imagen: él mismo, sentado en su despacho, rodeado de libros, más viejo, con una expresión de cansancio absoluto. Pero había algo más: una sombra detrás de su figura que parecía sostener una balanza, con un platillo vacío y otro lleno de polvo. La sombra habló:

—Elías, ¿cuánto has vivido mientras buscabas comprender?

Sobrecogido, cerró el espejo. En su interior se agitaba una mezcla de vergüenza y epifanía. Durante años, había ignorado las risas, los aromas, los colores del mundo, convencido de que la vida era un problema a resolver. Pero ahí, en el parque, entre el viento y el aroma de los árboles, sintió por primera vez que vivir era más urgente que entender.

Regresó a casa y, esa misma noche, encendió una fogata. Alimentó las llamas con hojas de sus propios cuadernos, manuscritos llenos de teorías y notas. Mientras las llamas consumían su legado intelectual, sintió algo que no había sentido en años: ligereza. A la mañana siguiente, empezó de nuevo, pero no en su escritorio, sino en un sendero que llevaba al bosque. Caminó, sin buscar, solo sintiendo.

En ese andar sin preguntas, Elías comprendió lo irónico de todo: el propósito de la vida nunca había estado en los libros, ni siquiera en el espejo. Siempre estuvo en el viento que acaricia la piel, en las risas compartidas, en la belleza efímera de un atardecer.