En un rincón olvidado del cosmos, se extendía el Jardín de las Preguntas, un vasto paraje donde cada hoja llevaba inscrita una respuesta y cada flor contenía un misterio. Una vez al año, los habitantes del universo llegaban hasta allí, esperando encontrar las claves que tanto anhelaban: secretos de vida eterna, la esencia del amor, el porqué del sufrimiento.
Entre los buscadores, se encontraba Ardan, un joven cuyo corazón estaba atormentado por un único pensamiento: "¿Por qué soy tan ignorante?". Había pasado años sintiendo que las respuestas escapaban de su alcance, incapaz de comprender ni siquiera lo más simple de su existencia. Mientras otros seleccionaban sus preguntas con precisión, Ardan vagaba perdido entre los arbustos, hasta que una anciana jardinera se le acercó.
—¿Qué buscas, muchacho? —preguntó la anciana, mientras podaba un arbusto lleno de espinas.
—Saberlo todo, o al menos, algo. Estoy cansado de esta neblina en mi mente.
La anciana sonrió y le ofreció una semilla negra.
—Plántala aquí y cuídala. Volveré cuando haya florecido.
Ardan, desconcertado, hizo lo que le pedían. Pasaron días, semanas, meses. Mientras cuidaba la semilla, observó cómo los demás recogían respuestas, pero sus ojos también captaron sus frustraciones: muchas respuestas no los satisfacían o generaban nuevas dudas. Lentamente, Ardan comprendió que la verdadera carga no era la ignorancia, sino la certeza mal fundamentada.
Un año después, la semilla floreció. Ardan se inclinó para observar el pétalo central, donde brillaba una frase grabada: "Cada experiencia puede ser una oportunidad para aprender." De repente, comprendió que su ignorancia no era una condena, sino un campo fértil. En ese instante, la anciana regresó, con la misma sonrisa en su rostro.
—Tu flor es más valiosa que todas las respuestas del Jardín —dijo ella—. Porque ahora sabes que cada paso que des puede ser un maestro, si tienes el valor de mirar.
Ardan dejó el Jardín de las Preguntas, con la certeza de que la búsqueda de sabiduría era infinita, pero también profundamente hermosa.