Un último viaje

En un rincón olvidado de la ciudad, donde las luces parpadean tímidamente y las sombras conspiran en silencio, un anciano decidió emprender un último viaje. Con pasos cansados, anduvo por calles gastadas por el tiempo, llevando consigo los susurros de sus recuerdos.

En su caminar, tropezó con los vestigios de un amor perdido, dejando caer lágrimas que se confundieron con la lluvia que comenzaba a mojar la ciudad. El peso de la nostalgia lo envolvía, mientras el cielo lloraba en simpatía con su pena.

Con cada paso, sentía la presión de un reloj invisible marcando el compás de su existencia. En un cruce sombrío, donde convergían los destinos de muchos, el anciano se detuvo. La realidad y la fantasía se entrelazaron en ese instante, y la muerte lo abrazó suavemente, como una amiga que finalmente llega para liberarlo de sus fatigas.

Y así, en ese cruce de caminos, donde los suspiros de la ciudad se mezclaban con los latidos apagados del anciano, la vida se desvaneció en un susurro, y el silencio acogió la caída de un último andar.