El archivo de lo incomprensible

En el corazón de una montaña sin nombre, oculta a los mapas y los satélites, existe una biblioteca que ningún ser humano construyó. Nadie sabe desde cuándo está ahí, pero todos los siglos alguien la encuentra... y nadie sale igual.

Se dice que las estanterías del Archivo de Lo Incomprensible contienen todos los libros que podrían existir, pero escritos en una lengua que solo puedes entender una vez. Y al entenderla... la olvidas. No porque la mente falle, sino porque el concepto aprendido es tan extraño al pensamiento humano que se desintegra al intentar recordarlo.

Un día, llegó allí la doctora Naia Serrano, lingüista de las últimas lenguas muertas de la Tierra. Encontró un tomo delgado, sin título, sin autor. Al abrirlo, una frase se deslizó en su mente:

“El universo no existe. Solo la descripción de su ausencia.” 

Sintió un escalofrío. Comprendió todo: la forma del vacío, el mecanismo detrás del tiempo, el porqué del amor, el sentido último del lenguaje. En ese instante, fue la mente más iluminada del planeta.

Y luego... todo se deshizo.

Volvió a la civilización sin poder hablar. Su lengua articulaba palabras que sonaban como el viento dentro de una cueva. Sus escritos eran geometrías imposibles. Dibujaba símbolos que hacían llorar a los niños y silenciar a los perros. Fue encerrada por hablar demasiado y no decir nada.

En su celda, se le permitió una hoja de papel. En ella escribió una sola frase:

“He entendido. Y ahora, soy ignorante.”

Cuando murió, su corazón tenía una inscripción grabada químicamente en el tejido: la misma frase del libro original, en una lengua que ya no existe. A nadie más se le permitió acercarse al Archivo.

No porque no quieran.
Sino porque quien entra… deja de querer saber.